Un blanco pañuelo al cuello
No era hermano de La Escalera. Pero como si lo fuera. Su devoción por los Titulares de la Hermandad estaba fuera de toda duda. Una devoción posiblemente adquirida cuando. por matrimonio, pasó a formar parte de una de esas familias cuyas generaciones se remontan hasta perderse en la historia de la Cofradía. Una historia a la que aportó un importante legado personalizado en sus hijos y nietos. Además, su participación y colaboración en los actos y costumbres de la Hermandad era habitual, aunque fuese desde un discreto segundo plano y, cada tarde de Viernes Santo, si alguien quisiera buscarle le encontraría junto a la Capilla, en primera fila, en una ubicación a la que parecía imposible llegar atravesando el gentío tras cumplir con sus obligaciones -voluntarias y altruistas- en la Parroquia de Santa María, para ver desde una posición privilegiada la salida de su querida Escalera.
Hilidio Cano nos dejó cuando alboreaba el verano de este año 2016. Queremos dejar constancia de nuestro homenaje y recuerdo emocionado con estas líneas y la fotografía de algún Viernes Santo en la década de los 90 del pasado siglo, en la que, ante la atenta mirada de su cuñado Félix, ayuda a su suegro, Benito Santamaría, a colocarse el blanco pañuelo al cuello que con tanto orgullo lucimos los hermanos de La Escalera. Un blanco pañuelo al cuello que, seguro, nuestro Cristo Descendido le colocó a él en cuanto llegó a Su presencia. Aunque no fuera hermano.
Fotografía cedida por David Cano Santamaría (septiembre 2016)