La Capilla de los Pasos Grandes es el único edificio creado por las cofradías penitenciales que sigue cumpliendo la función para la que se creó. En él se alojan los conjuntos de la Crucifixión y el Descendimiento y es un salón que estaba anejo a la suntuosa capilla de la Quinta Angustia y Soledad.
Levantado en el año 1664, según indica la cifra grabada en el dintel de la espaciosa puerta, a ambos lados del emblema de la antigua cofradía, es él único que queda del gran complejo de edificios construidos por la Cofradía, que ocupaba toda la manzana que forman en rectángulo el corro de Santa María, el principio de las calles Mediana y del Pescado y la calle del Royo Angosto. Un complejo que, además de la Iglesia, comprendía un hospital que ocupaba la parte del corro que hace esquina con la calle del Pescado y el salón edificado para albergar los monumentales pasos que la penitencial ya tenía o estaba contratando (el del Descendimiento se encarga en 1663) y que por sus dimensiones no cabían en la ermita de la Soledad.
El maestro que realiza el proyecto es Pedro de Nates, que firma las «Condiziones con las quales se ha de azer un pedazo de obra en la cassa de nuestra señora de la soledad en el ssitio del corral de dicha cassa lindero con las cassas que fueron de Juana Cana que dios aia».
El proyecto constaba de un paredón de cantería, a modo de fachada, al exterior de sillería y al interior de mampostería, con una anchura de tres pies. En el centro de esa fachada se abre la famosa puerta, con arco adintelado al exterior y escarzano al interior, de «altura de diezisiete pies y de ancho once pies», la misma que en la actualidad. Los muros interiores serán de mampostería asentada. El techo del salón está sujeto por un entramado de vigas de madera y bovedillas. Recientes estudios afirman que sujetaba una estancia que constituía el salón de juntas o cabildos de la cofradía, que estaría encima del salón y tenía tres grandes balcones con vistas al corro. El maestro que se quedase con la obra debía además hacer los cimientos y suministrar los materiales.
Con estas condiciones sale la obra a subasta en 7.200 reales y Francisco López, maestro de cantería vecino de Rioseco, deja la obra en 5.500 reales, con el compromiso de acabarla mediada la cuaresma de 1664. Añade además una condición más: «hacer de tapia con rrajas una pared que avía de ser de mampostería». Otro maestro de cantería, Pedro Gómez del Rehollar, puja 500 reales menos, con la condición de utilizar piedra de la cantera de San Cristóbal, de donde procede la mayor parte de la usada en las iglesias riosecanas y que «ha de azer un espexo en la parte y sitio donde la parte de la cofradía dispusiere y así mismo se declara que el paredón de sillería a de ser con fustifones pasantes de cuatro en cuatro pies para la seguridad y fortaleza de la obra». Francisco López hace otra baja, con lo que se le adjudica la obra, el 12 de febrero de 1664 en un precio de 4.500 reales. El definitivo contrato data del 27 de ese mes con Francisco López como principal y Francisco López hijo y Pedro de Castro como fiadores.
La evolución del salón a lo largo de los años refleja los avatares de la Semana Santa en general. Así, en 1808 la invasión francesa motiva que a la capilla de la Quinta Angustia y salón de pasos se trasladen algunas imágenes de otras Cofradías, como la Vera Cruz, «con motivo de la destrucción que y en ella causaron los enemigos dejándola indecente y mal aparatada».
En 1859 se hace una relación de las casas que componían la localidad y, al referirse al corro de Santa María hablan de «el local donde se encuentran depositadas las eficies para las procesiones que desde la parroquia sale». Esto indica que parte de las imágenes de la ermita de la Soledad pasaron al salón y que desde allí salían los pasos en Semana Santa, no interrumpiéndose la tradición que llega a nuestros días.
En 1888 las dos Cofradías deciden realizar obras de acondicionamiento de una de las paredes que estaba en estado ruinoso, así como una puerta nueva. En 1890, se restaura la Capilla a partes iguales por las dos cofradías, se hace una nueva puerta, se pinta y se paga por transporte y embaldosado pero no por comprar la losa, lo que hace pensar que, seguramente por cesión del ayuntamiento, se trajeron del convento desamortizado de San Francisco. El nuevo suelo consiste en piezas triangulares de pizarra y estucos que componen figuras geométricas, típicas del siglo XVI. A la Hermandad del Descendimiento le correspondió abonar 1.199 reales por las obras.
El 11 de abril de 1918, en los libros de las dos cofradías se registra «una interesante reunión» en la que el presidente de la Crucifixión, Manuel González, expone la delicada situación del salón y la necesaria restauración, así como la conveniencia de convertirlo en capilla «con el fin de celebrar el santo sacrificio de la misa y ofrecer su altar a la devoción de todos los fieles». Don Ursiniano González, párroco a la sazón de Santa María y Santiago, proporcionaría un retablo y lo «que fuera necesario con arreglo a tal rretablo», siendo a cargo de las hermandades la mano de obra y otros gastos. Se coloca el retablo prebarroco de principios del siglo XVII y el Cristo atado a la columna, del primer tercio del XVI, una de las más antiguas imágenes pasionales de Rioseco (con la típica columna alta, muy estilizada, herencia tardo gótica), que existen en la actualidad. El salón pasa a denominarse capilla.
A partir de entonces encontramos datos de obras de retejos, por ejemplo en 1948, y arreglos como una pintura de las puertas en 1982, hasta 1999, en que se procedió a una restauración completa según proyecto del arquitecto Andrés San José, mejorando sustancialmente la condición de conservación de las imágenes con la realización de canaletas de ventilación, la reparación del enlosado, construcción de una nueva cubierta y puerta, el cierre de los dos óculos con artísticas vidrieras y el adecentamiento de los paramentos. En este proceso se descubrió un muro de piedra al costado izquierdo que es el único resto conservado de la capilla de la Soledad, concretamente el muro de los pies, que se ha integrado en la capilla.
Vídeo sobre la historia de la Capilla de los Pasos Grandes
VISITA VIRTUAL POR LA CAPILLA DE LOS PASOS GRANDES
En la tercera versión de la página web de la Hermandad, del año 2004, una de las novedades que causó mayor sensación fue la posibilidad de visitar virtualmente la Capilla de los Pasos Grandes. Diez años después es posible que este archivo haya quedado algo obsoleto pero se mantiene en la web a modo testimonial. |
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Al descargar el archivo, el visitante tendrá la ilusión óptica de quien se encuentra en el centro de esta capilla diseñada y construida en 1664 por Pedro de Nates. Moviendo el puntero del ratón sobre la imagen puede desplazarse a su antojo por la Capilla. Lo primero que aparece ante la vista es el Paso de La Crucifixión, denominado popularmente «Longinos», con tallas de Andrés de Olivares, Francisco Díez de Tudanca y Tomas de Sierra. La pared de piedra del fondo es el último muro conservado de la ermita que construyera en el siglo XVII la Penitencial de Quinta Angustia y Soledad. Según avanza la imagen aparece el retablo prebarroco de principios del siglo XVII y el Cristo atado a la columna, del primer tercio del XVI, una de las más antiguas imágenes pasionales de Rioseco. El siguiente giro nos sitúa frente al paso de El Descendimiento, obra de Francisco Díez de Tudanca en 1663 y popularmente conocido como «La Escalera». Finalmente, el visitante se coloca frente a la puerta, a cuyos lados se observan los óculos con vidrieras alusivas a las dos hermandades. |
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