El Tríptico del Descendimiento, de Ambrosius Benson
Tríptico del Descendimiento. Oleo sobre tabla. Ambrosius Benson (h. 1530). Catedral de Segovia.
Este tríptico se encuentra ubicado en la Catedral de Segovia en la Capilla de San Andrés (anteriormente estuvo en la Capilla llamada de la Piedad o del Santo Entierro). Al parecer procede del convento segoviano de la Merced de donde pasó a la iglesia de San Miguel, allí lo ubica Antonio Ponz en su Viaje de España de 1787.
Es una pintura flamenca de gran tamaño, realizado al óleo sobre tabla en la primera mitad del siglo XVI.
La tabla central representa la escena del Descendimiento -considerada como una interpretación libre de otro tríptico desaparecido, obra de Robert Campin, Maestro de Flemalle-. La disposición de los once personajes que la forman es triangular, moderna y renacentista. En el centro, la figura exánime de Cristo cuyo cuerpo, en posición diagonal, descienden José de Arimatea y Nicodemus, con ayuda de una larga escalera. Al pie de la Cruz la Virgen, transida de dolor, a quien rodean y consuelan Juan y otras santas mujeres, entre las que destaca María Magdalena. A la derecha encontramos tres personajes, de aspecto regio, vestidos lujosamente. Dos de ellos contemplan piadosamente la escena, mientras que el tercero se descalza de sus chapines para ayudar a la santa tarea con mayor comodidad.
Son dignos de observación, en los personajes, su tez ligeramente rojiza, la nariz recta y los dedos largos. En las telas de las vestiduras los intensos tonos rojos, verdes y azules, así como lo acabado de sus pliegues angulados, las hacen semejantes a terciopelo. Los puntos de luz sobre los paños blancos resaltan el color marfileño del cuerpo de Jesús y una franja luminosa en mitad del lienzo permite destacar el tema en primer plano acentuando la sensación de lejanía. En el cielo observamos coros de ángeles y, al fondo, la arquitectura urbana característicamente flamenca de la ciudad de Jerusalén.
Las tablas laterales muestran las figuras de San Miguel y San Antonio de Padua y en el reverso de ambas portezuelas encontramos una Anunciación en grisalla sobre fondo rojo.
La minuciosidad de todos los detalles conforman una pintura con características flamencas de extraordinaria calidad. La obra se data hacia 1532-1536, según G. Marlier, especialista en Benson y no hay duda de que se trata de la obra maestra de este pintor y una de las más sobresalientes del arte flamenco.
Formó parte de la exposición “Las Edades del Hombre” en sus ediciones de Valladolid (1988-1989), Segovia (2003) y actualmente se puede contemplar en la de Cuéllar hasta su clausura en noviembre de 2017.
Ambrosius Benson fue un artista poco conocido por los historiadores hasta el siglo XX. Su obra era englobada bajo el nombre de «Maestro de Segovia» por las abundantes pinturas de estilo similar existentes en dicha ciudad y alrededores. Posteriormente, se desveló su identidad gracias a las iniciales descubiertas en un cuadro típico de su estilo. De origen lombardo, nacido entre 1490 y 1500, es poco lo que se conoce con certeza de su vida. Parece que hacia 1518 se estableció en Brujas y que, junto con otro pintor flamenco, Adrian Isenbrant, fue discípulo y colaborador de Gerard David. En agosto de 1519 figura como maestro en la Gilda de San Lucas. Su éxito comercial fue bastante rápido y la actividad de su taller se incrementó a partir de 1520, constando que alquiló diversos puestos del mercado anual para vender sus cuadros. Se casó en dos ocasiones, la primera con Anna Ghyselin, de quien tuvo dos hijos, ambos artistas: Guillaume Benson y Jan Benson; la segunda esposa fue Josyne Michiels con quien tuvo una hija, además de tener otras dos hijas de relaciones extramatrimoniales. En 1536 era director del gremio de Brujas, la misma ciudad donde murió en 1550 o 1551. La presencia de tantas obras de Benson en España se explica por el flujo comercial de compraventa de lana y tejidos que se desarrolló entre Brujas y Segovia en los siglos XV y XVI. Su relación con comerciantes españoles hubo de ser bastante estrecha; compró una casa al comerciante Lucas de Castro, y pagó la mitad con ocho pinturas cuya tasación consta en 1533. Ello demuestra el alto precio al que se cotizaban. Un tal Sancho de Santander, citado en varios escritos, pudo ejercer de intermediario para el envío de sus obras a España. Según algunos críticos e historiadores del arte, se trata de un pintor exquisito, de técnica fabulosa y pura, advirtiendose matices italianos en sus obras como la utilización de sombras oscuras y un sombreado más negro que el de los demás artistas flamencos. Sin duda se trata de uno de los mayores exponentes de la pintura flamenca del siglo XVI. |