El Descendimiento de Rubens
El Descendimiento de Cristo de la Cruz es una de las pinturas más conocidas del artista flamenco Pedro Pablo Rubens. Se trata de la tabla central de un tríptico, conservado en la Catedral de Amberes, realizado en óleo sobre tabla y que se completa con las tablas de la Visitación de la Virgen y la Presentación de Jesús en el Templo. La obra se realizó entre 1612 y 1614 una vez que, el 7 de septiembre de 1611, la Cofradía de Arcabuceros se lo encargara a Rubens para su capilla en la catedral de Amberes.
La escena se desarrolla en un pequeño espacio, la disposición de las figuras ocupa todo el espacio, organizándose la composición en una potente diagonal que avanza desde el fondo de la tabla hasta el espacio del espectador. Las figuras presentan escorzadas posturas, aportando mayor tensión al conjunto, y su musculatura es robusta otorgándoles una gran carga volumétrica. En ellas se aprecia la influencia de las obras de Miguel Ángel o las esculturas helenísticas como el Laocoonte, sobre todo en el cuerpo de Jesucristo, que cae de la cruz junto con una sábana blanca. Éste es el centro de la obra y en torno a él se arremolinan un conjunto de personas: la Virgen María que pese al dolor ayuda a descender a su hijo; a los pies María Magdalena y una de las piadosas mujeres. Completando la escena aparecen Nicodemo, José de Arimatea y otros ayudantes.
Aunque la disposición de la figura de Jesús repite esquemas compositivos del Cinquecento, con Danielle da Volterra como fuente directa, existe una diferencia iconográfica respecto a las fuentes italianas ya que la Virgen no se desvanece y participa activamente en el descendimiento, como todos los personajes que intervienen en la escena, unificando la acción para concentrar la tensión y el dramatismo del momento
El genio barroco ha sabido captar perfectamente la atmósfera del momento gracias a la perspectiva aérea. Sin embargo hay una menor profundidad espacial mientras que los personajes se disponen como si de un relieve clásico se tratara. El artista combina a la perfección la línea con el color, el potente claroscuro que sirve para destacar la figura del Cristo muerto -inspirándose en Caravaggio– otorga dramatismo a la escena, y la manera de acentuar el volumen de las figuras, combinando el movimiento de las formas y líneas, otorga a la obra gran realismo y patetismo sobre todo en la imagen de Jesucristo que se recorta contra el blanco de la sábana a la vez que destaca, en la parte central, el rojo del manto de María. Las tonalidades brillantes y el detallismo de las telas son características habituales de la pintura flamenca.
Pedro Pablo Rubens (1577 – 1640) fue sin ningún género de dudas, el artista más destacado de la conocida escuela flamenca que se desarrolló en Flandes, Países Bajos, durante la época barroca. Humanista y viajero, Rubens comenzó a estudiar pintura tras la muerte de su progenitor; sus años de formación fueron de la mano de pintores de segunda, de los que el artista pronto absorbió todo lo que podían enseñarle. De su paso por Italia y España quedaron varios ecos en su pintura que unidos a su maestría, lo convirtieron en uno de los artistas más apreciados de todo Flandes. A partir de 1620 logró una fama mundial que le permitía realizar encargos para las cortes europeas más importantes. |